A nuestros docentes.
Lo mejor que tiene nuestra Argentina está firmemente ligado a los logros de la educación gracias a la vocación de trabajo y servicio de nuestros docentes.
La Democracia Cristiana quiere que nuestra Patria retome la senda del crecimiento de la mano de la educación, especialmente de la educación pública. Y es éste un camino difícil porque no podemos olvidar que tras el maquillaje de la obra pública ostentosa, cara y mal hecha; este Gobierno parece ignorar que en esos edificios hay personas que aman lo que hacen y con quiénes lo hacen. Y que necesitan vivir con dignidad y contar con todo lo necesario para cumplir tan importante tarea.
De ahí las políticas cuando menos erráticas en lo salarial, en la organización y conducción. Y coherentes en el irrespeto a la normativa legal y en destruir la carrera docente, en provocar la división gremial, en la no-satisfacción de las necesidades; en no propiciar un ámbito familiar propicio para el estudio. Y no olvidamos la represión que supieron sufrir los maestros, ni los intentos de privatización encubierta de las escuelas.
Todo eso y algo más, viene ocurriendo entre nosotros desde 1984, en un marco orientado a poner la educación al servicio de un partido y de un proyecto de poder familiar, reñido con las instituciones republicanas y democráticas que la educación supo enraizar profundamente en nuestro pueblo.
Las consecuencias de esta política se están viendo y seguramente se agravarán en el futuro. Se necesita una política educativa que sea una cuestión de estado, con planificación en el corto, mediano y largo plazo. Decididamente participativa y con todos los recursos humanos y materiales necesarios.
Educación de toda la persona humana; para todo nuestro pueblo y a lo largo de toda su vida.
No es éste un objetivo fácil, pero sí tan necesario como apasionante. Y se puede desde el compromiso militante, solidario, constante y valiente del pueblo. Sin individualismos, ni vedetismos, ni egoísmos.
La pasión con que nuestros maestros y profesores cumplen su tarea no alcanza. San Luis necesita en este caso de la unidad armónica – aún en las diferencias- de la docencia junto a la dirigencia política y social para cambiar el rumbo de la historia provincial.
Abramos las puertas a la cultura del diálogo y del encuentro transformador de nuestra realidad.
La dirigencia política que quiere el cambio tiene un lugar reservado. Lo ocupará en la medida en que demuestre que está decidida a cambiar ella misma antes que nada.
¡¡¡Felicidades maestros, profesores, preceptores y auxiliares de San Luis!!! Reciban Uds. el cariñoso saludo de todos. Y que se cumplan sus mejores aspiraciones profesionales.
La Democracia Cristiana de San Luis abraza solidariamente a todos los ejercen la noble profesión docente, les felicita y agradece su labor. Al tiempo que los invita a sumar sus esfuerzos en la construcción de una nueva política, a conformar la nueva dirigencia que el pueblo necesita y reclama.
La educación deberá ser la columna vertebral de las transformaciones que se necesitan en San Luis.
SAN LUIS. Setiembre 11 de 2007.
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