Una de las prácticas de Stalin fue la de pretender borrar de la historia personas y hechos contrarios a sus intereses. Todo lo que caía en ese “index”, era eliminado de los libros, de la enseñanza, del comentario y del recuerdo oficial. Así elaboró una historia propia en la que sólo figuraba para su política, una historia en la que Stalin era el único héroe y constructor. El único que pensaba en todo, el único hacedor. Nadie ni nada que le hiciera sombra tenía cabida en ese proyecto.La política stalinista necesitó del control absoluto no sólo del gobierno, sino también del partido, de la justicia, de los medios y de las fuerzas de seguridad. Hasta que debió construir un feroz aparato represor con todos esos elementos.
Lamentablemente esta forma de hacer política se extendió en el tiempo y en el espacio. Veamos algunas manifestaciones locales de stalinismo.
En 1991 se inauguró con toda pompa el Monumento al Pueblo Puntano de la Independencia. Una magnífica obra que recuerda la heroica gesta de San Luis en el Ejército de Los Andes y construido en el Campamento de Las Chacras.
En el mismo lugar en que décadas atrás se levantó un modesto monumento construido con los aportes populares. Numerosas placas atestiguaban tanto el origen del monumento original como la permanente adhesión de escuelas, instituciones, etc. Incluyendo las de comunidades extraprovinciales, tales como la de Coronel Pringles, en Buenos Aires.
Con el nuevo monumento estas placas desaparecieron y aún hoy, a cuatro años de su inauguración, siguen sin tener el lugar que merecen por ser testigos fieles de una historia real y construida por los puntanos. No están pese a que se previó un lugar en la “Casa de los Osorio”, a dónde se trasladó el viejo busto del General San Martín.
Es decir, se eliminó toda muestra recordatoria a la gesta del Pueblo Puntano de la Independencia anterior a la gestión de los Rodríguez Saá. Quienes no conocen esta historia nuestra, creen que todo se debe a la iniciativa y capacidad del actual gobernador. Porque de modo stalinista se esconden los rastros de la historia para que Adolfo Rodríguez Saá sea el único héroe en el reconocimiento a lo aportado por San Luis al Ejército de Los Andes y a la Independencia de América.
¿Otra muestra? El narcisista discurso que aquel 17 de agosto de 1991 pronunció el gobernador relatando su historia familiar.
Esto es stalinismo. Dejar de lado, olvidar toda la historia que pueda opacar la actual política gubernamental, para que el pueblo sólo tenga presente lo que se construye desde el mismo stalinismo.
Esto no es un hecho casual y está ocurriendo en San Luis.
Es de esperar que no lleguemos a la etapa de la represión.
Publicado en EL DECAMERON Nº 1 – octubre de 1995