Por acción del actual gobierno nacional la gesta de Vuelta de Obligado tiene el lugar que le corresponde en la recordación de nuestra historia patria.
Aquel 20 de noviembre de 1845 el gobierno de Juan Manuel de Rosas enfrentó a las dos más grandes potencias guerreras del momento: Inglaterra y Francia. Estos invasores extranjeros contaron con el aplauso de algunos argentinos que desde su unitarismo no vacilaron en unirse al enemigo extranjero con tal de conseguir sus objetivos políticos.
Pero también otros unitarios dejaron de lado, como corresponde, sus diferencias políticas y se unieron a Rosas para enfrentar la invasión armada extranjera, entre ellos Álvaro José de Alsogaray.
Esa guerra contra Francia e Inglaterra nació de la protección de nuestra economía instrumentada por Rosas a través de la ley de aduanas, que ponía muy fuertes impuestos a todos los productos de industria europea que se fabricaban o podían fabricarse en el país.
La batalla de Vuelta de Obligado honra a quienes la libraron y a toda la Argentina; por representar la firme decisión en la defensa del suelo nacional y la vocación argentina por decidir sus propias políticas, al margen de las imposiciones de los imperios de aquel entonces.
Por lo dicho, no cabe sino reconocer la justicia de este homenaje e insistir todo lo necesario para que se nos haga carne el ejemplo de esa gesta.
Pero la soberanía nacional no se agota con un homenaje y un feriado.
La soberanía nacional debe ser ejercida en todo momento y en toda actividad.
El ejemplo de quienes pelearon y dieron la vida en Vuelta de Obligado y en los combates que le siguieron (Ramallo, San Lorenzo y Quebracho) y el de la política soberana de Rosas, debe necesariamente trasladarse a todo nuestro quehacer nacional y muy especialmente a la política actual.
Por eso digo que no hay soberanía cuando entre otras cosas vemos:
- Que nuestras fronteras son un colador por el que pasan valijas con dólares, drogas, personas para ser explotadas y contrabando.
- Que no estamos en condiciones de defender nuestros mares y sus riquezas.
- Que no tenemos una flota marítima.
- Que nuestra aerolínea de bandera no tiene una política coherente de crecimiento y muestra gran incapacidad de administrar, rayana en la corruptela.
- Que no tenemos una política de ferrocarriles que integre al país.
- Que no existe una política bancaria nacional.
- Que se ha permitido que nuestros recursos petroleros y gasíferos hayan sido explotados hasta casi su extinción, con escasa ganancia para el país.
- Que la explotación minera a cielo abierto es un escándalo inmenso que significa la cesión de tierras a empresas multinacionales preñadas de antecedentes de cruel y brutal explotación, para que hagan su antojo en su desenfreno por llevarse todo, con una mínima ganancia para el país dueño del recurso.
- Que gran número de empresas nacionales pasaron a manos extranjeras, que se llevan sus ganancias a sus países sedes.
- Que para sostener buena parte de estas acciones económicas, se miente descarada-mente en las estadísticas, pintándonos un país que no existe.
La defensa de nuestra soberanía no es una cuestión declamativa, de discursos más o menos emotivos. Hay que seguir la misma línea de Vuelta de Obligado y de la política de ese momento: defensa y promoción de nuestra economía, defensa de nuestro territorio nacional con todos las convicciones y la valentía que cada momento requiere.
La soberanía se practica siempre. Honramos al ejemplo del ayer; nos falta el hoy, para seguir mañana y siempre.
Si solo hay hojarasca declamatoria, de nada vale el homenaje.
San Luis. Noviembre 20 de 2011
No asistamos, como expectadores, a la venta de nuestra Patria. La Educación (con mayúscula) defenderá nuestra soberanía. Apoyémosla…