Supo decir Arturo Jauretche que algunos van a comprar azúcar según dice el manual del comprador escrito por el almacenero.
Algo así viene haciendo la oposición política partidaria de San Luis en sus, hasta ahora, vanos intentos de derrocar al feudo provincial.
Digo ésto, porque se siguen cometiendo los mismos errores, esto es, no ofrecer al pueblo una agenda de los temas claves que expresan la construcción feudal y su corruptela político – económica.
Porque se sigue cayendo en la agenda comunicacional que teje el gobierno desde sus medios hegemónicos y de los que controla a través de la pauta publicitaria o del dinero por debajo de la mesa.
Muchos de estos tremas, los diputados de la oposición los plantean en la Cámara de Diputados, pero no se logra – o no se sabe – cómo instalarlos en toda la ciudadanía. Entiendo que la dirigencia política debe hacer docencia desde los cargos que ocupa, para que sepamos qué es una república, cómo funciona la democracia. eso debiera ocurrir siempre, mucho más en un feudo como es San Luis desde diciembre de 1983.
Lo que se ignora
No se sabe para qué sirve el Defensor del Pueblo y de su inexistencia desde 2004. Recordemos que entre 2004 y 2008 hubo un Defensor del Pueblo trucho, sin designación legal, pero con el visto bueno del gobernador.
Tampoco que se les niega a muchas localidades el verdadero gobierno municipal y la representación legislativa que les asegura la constitución. Recién en esta elección pasada, El Trapiche. Carpintería y El Volcán, lograron el concejo deliberante que debieron contar desde 2011.
Se desconocen las carencias de los Centros Técnicos de Apoyo al Aprendizaje (CTAAP) que reemplazan a los viejos Gabinetes Psicopedagógicos; con lo cual gran parte de nuestra población escolar está discriminada al carecer de este servicio o tenerlo en forma insuficiente.
No se habla de la precariedad laboral existente en la salud, de la frecuente carencia de especialidades médicas, de la puntería que deben tener los vecinos de pequeñas localidades para enfermarse el día que llegue un médico o cuando haya disponibilidad de ambulancias.
Tampoco de la precariedad laboral en la docencia a través de las escuelas que gestiona la Universidad de La Punta. Ni del peligro que significa crear escuelas que como las generativas, no se asientan en ninguna investigación seria y que se multiplican gracias a las obras que el gobierno les hace a las instituciones que las habilitan, sin tener ni idea ni experiencia educativa.
Siguiendo con la educación, pocos saben que la Universidad de La Punta no pertenece al sistema universitario nacional, por lo que se asocia con otras que sí lo están para ofrecer carreras a distancia, mientras declina su propia oferta de carreras cortas.
Ni hablar del crecimiento de la inseguridad y la escasa capacidad policial por descubrir los responsables de tanto delito.
No se difunden tampoco los turbios manejos presupuestarios y los demenciales gastos privados del gobernador.
Estas cuestiones que describo- por cierto que hay más – son, en uno u otro campo, flagrantes violaciones a nuestros derechos. La peor de estas violaciones la constituye el sufrimiento de Nelson Madafs durante el gobierno de Adolfo Rodríguez Saá, cuando se reemplazó con crueldad inhumana la incapacidad cómplice de los funcionarios policiales, judiciales y legisladores feudales. Nelson Madafs fue abandonado por el gobierno provincial, el que por todos los medios busca que nada se sepa de su martirio.
Estos temas configuran la esencia de corrupción institucional, insensibilidad, carencia republicana y falseamiento de la democracia, que es propia de este feudalismo.
Hay que hacer más y distinto
Estoy convencido que se impone instalar estos temas en el día a día, en todo nuestro pueblo, con todos los esfuerzos, el tiempo y el compromiso militante para superar la telaraña mediática gubernamental.
Pedidos de informes y proyectos legislativos son necesarios, pero ya sabemos que no pasan de tener una entrada burocrática en la Cámara. Se necesita una difusión infinitamente mayor que la pobreza comunicacional a actual. No basta con medios “on line” que mayoritariamente leen los propios.
Hay que salir de una política protocolar y hacer docencia acerca de la realidad. Todos los días, casa por casa, con verdadera militancia. No creo que caravanas automovilísticas, caminatas saludadoras o reuniones materas, sirvan para concientizar acerca del feudalismo que sufrimos, para crear conciencia republicana, conducta democrática. Hace falta más, mucho más, para recuperar la plena vigencia de nuestras instituciones republicanas. Son casi 36 años de feudo, que han logrado transmitir a decenas de miles de conciudadanos, la imagen casi endiosada de los hermanos Rodríguez Saá, permitiéndoles que tapen con asfalto, hormigón y ladrillos, la desvalorización de lo humano, el culto a la personalidad, el enriquecimiento familiar y de amigos, la perpetuidad en el poder, etc.
Vaya uno a saber por qué actúan así las fuerzas políticas opositoras. Hay que aprender de Jauretche y dejar de hacer política con las pautas del feudo Rodríguez Saá.
Pasan los años y no se aprende, se sigue el mismo método. Ora separados, ora unidos. Pero siempre dando ventajas, sin aprovechar debilidades. Da la impresión de que hay más interés en acceder a cargos, que en salir del feudo.
La unidad reciente es bienvenida, es el continente necesario. Hay que ponerle otro contenido.
Si seguimos haciendo lo mismo, no habrá resultados distintos.
SAN LUIS. Junio 25 de 2019