Este 5 de Julio de 2007 debemos recordar y festejar los 200 años del triunfo del por entonces naciente pueblo argentino contra el invasor inglés.
Los ingleses ya derrotados en 1806 en su primera incursión armada; volvieron al año siguiente. No lo hicieron tras las banderas de la libertad o de la democracia. No. Solo tras un potencial gran mercado para sus productos, a tal punto que fueron muchos más los barcos llenos de mercaderías que las naves de guerra.
A comienzos de 1807 tomaron Montevideo malamente defendido por el muy incapaz Virrey Sobremonte. Finalmente se decidieron a dar el gran asalto a Buenos Aires, ciudad que los esperaba con todas sus milicias creadas y organizadas a partir de la invasión del año anterior.
Nunca se imaginó el profesional ejercito inglés de cómo sería recibido. Nunca antes había tenido en tan pocos días tantos muertos, heridos y prisioneros.
Es que se encontró con un pueblo en armas, defendiendo lo suyo y aprendiendo los primeros pasos en su futura libertad política. Fueron derrotados como nunca antes, por un pueblo que peló bien conducido, solidario, incansable. En esta batalla, dirigida por Liniers, dieron sus primeros pasos grandes pro hombres de nuestra historia como Pueyrredón, Belgrano, Saavedra, Guemes, French, Berutti, etc.
El 5 de julio fue la gran victoria, el 7 de julio se firmó la rendición. Que quizás no lo fue tanto, porque los ingleses logran introducir en ese texto un permiso para vender toda su mercadería, tanto en Buenos Aires como en Montevideo. Al final, tras la sangre derramada, el heroísmo de nuestro pueblo quedó postergado por la avidez comercial de los ingleses y de unos cuantos comerciantes locales, que vendieron todo lo inglés a un precio bajísimo, sin pagar derechos de aduanas y relegando una vez más, la producción local.
El triunfo militar se debió al coraje, al proyecto de libertad, al liderazgo de quienes debían hacerlo. Nuestra derrota vino por el comercio. Por el triunfo económico del liberalismo inglés. Seguido más tarde (y hasta hoy) por la penetración ideológica – cultural. Y también por la entrega con que actuaron cientos de funcionarios argentinos, desde presidentes a legisladores. La vocación entreguista y corrupta de nuestra política, tiene mucho que ver con lo que los ingleses lograron meternos en lo educativo – cultural, tras su derrota armada.
Hoy recordemos con sano orgullo al ejemplo del 1807: Pero no nos quedemos en ese recuerdo, con el solo homenaje. Traigamos ese ejemplo a nuestros días y demos las verdaderas batallas para recuperar nuestra dignidad de pueblo y de personas, en el marco de la vida democrática, que al menos, en nuestra provincia nos está negada.
SAN LUIS. Julio 4 de 2007