En 1987 se reformó la Constitución de la Provincia de San Luis. Así se convirtió en la primer provincia con reelección indefinida en el cargo de Gobernador. Esa reforma también permite la sucesión entre familiares.
Así fue como Adolfo Rodríguez Saá gobernó entre 1983 y 2001 cuando se fue a su breve presidencia. Ahora gobierna su hermano Alberto, quien anuncia un camino similar.
¿Qué logró San Luis con la reelección indefinida? Que el gobierno se transformase en una persistente acumulación de poder, de control y dominio de las instituciones democráticas y republicanas que con tanto dolor logró recuperar el pueblo argentino de las garras dictatoriales.
Para sostener una reelección indefinida se requiere de las peores prácticas politiqueras. No se gobierna para el Bien Común, sino para quedar bien con un Gobernador convertido en señor feudal. Quedar bien significa por sobre todo garantizar la impunidad del amo.
La acumulación de poder, el dominio de las instituciones, van unidos al culto de la personalidad y se traducen en una exhibición dolorosa de riquezas imposibles de justificar por fuera de prácticas corruptas.
En estos casi 23 años de gobierno familiar, surgidos de una reforma constitucional; San Luis ha alcanzado un lamentable estado de degradación de la vida, de las instituciones y de subordinación de las personas a los caprichos gobernantes. Porque la reelección indefinida necesita para sostenerse de alcanzar como sea, una adhesión total a una persona con veleidades mesiánicas.
Será muy difícil encontrar en la historia argentina un grado tal de corruptela política, institucional, económica y hasta personal, como la que ofrece este Gobierno de San Luis, fruto de gobiernos con reelección indefinida y hereditaria.
Es muy larga y variada la lista de iniquidades que vive San Luis. Tantas y tan variadas como las mentiras que se difunden a los cuatro vientos a un elevadísimo costo. No queremos que esa historia se multiplique.
Rechazamos el argumento de que la reelección es la única forma de garantizar un pretendido “buen proyecto», porque no puede ser buen proyecto el que no forma nuevos dirigentes, el que no tiene recambio, el que no integra equipos. Las reelecciones indefinidas son expresión de individualismo, de egoísmo, de mesianismo. La historia universal es lamentablemente muy rica en ejemplos de estas mezclas. Todos de triste recuerdo. Las reelecciones indefinidas significan abandonar una política humanista, orientada al Bien Común y respetuosa de la dignidad de las personas y de los pueblos. Son una moderna expresión de las monarquías o nuevas versiones de los totalitarismos del siglo XX. Sostenemos que no puede ser bueno un Gobernador que se cree poco menos que un Mesías y que pensando en sí mismo no vacila en gastar tiempo, energía y dineros en cambiar una Constitución a su gusto, conveniencia y necesidad.
San Luis sufre las consecuencias de una reelección indefinida del gobernador y de su sucesión por familiares. No queremos esta experiencia para ningún otro pueblo hermano.
Por eso nos alegramos de las luchas del pueblo misionero para enfrentar a un intento de instaurar la reelección indefinida de su gobernador. Reforma aún más obscena por cuanto sólo apunta a cambiar un solo artículo de la Constitución.
Como Partido Demócrata Cristiano nos alegra también ver cómo destacados miembros de iglesias cristianas dan la pelea sosteniendo con tremenda claridad conceptual, los pilares de la Doctrina Social Cristiana. La que obliga a defender las instituciones de la democracia de cualquier tipo de ataques, de cualquier intento de subordinarla a mezquindades individualistas. Sin importar las acusaciones y ataques propios de la vieja politiquería, están empuñando con valentía las buenas armas del amor al prójimo y de las firmes convicciones. Enfrentando a quien usa los recursos económicos del pueblo para satisfacer un proyecto personal. La democracia no está perdida, mientras hayas quienes conserven el fuego sagrado de la honestidad en el pensar y en el hacer.
Desde San Luis nuestro abrazo fraterno al pueblo misionero que defiende sus instituciones, porque así las protege también en todo el país. Es todo un ejemplo para las jóvenes generaciones de cómo se construye una sociedad mejor, la civilización del amor de la que nos habla nuestra doctrina cristiana.
SAN LUIS. Octubre 5 de 2006.