Así nos supieron enseñar nuestros mayores, cuando queríamos eludir responsabilidades, señalando a otros hacían travesuras semejantes.
Esto viene a cuenta del documento de la Conferencia Episcopal Argentina acerca del crecimiento del narcotráfico y la drogadicción en nuestra Patria y la reacción del gobierno nacional.
De este documento cito al menos algunos párrafos:
“La sociedad vive con dolor y preocupación el crecimiento del narcotráfico en nuestro país. Nos quedamos sin palabras ante el dolor de quienes lloran la pérdida de un hijo por sobredosis o hechos de violencia vinculados al narcotráfico.”
“Sabemos que este problema es un emergente de la crisis existencial del sentido de la vida en que está sumergida nuestra sociedad. “
“Lo que escuchamos decir con frecuencia es que a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y la corrupción de algunos dirigentes. La sociedad a menudo sospecha que miembros de fuerzas de seguridad, funcionarios de la justicia y políticos colaboran con los grupos mafiosos. Esta realidad debilita la confianza y desanima las expectativas de cambio. Pero también es funcional y cómplice quien pudiendo hacer algo se desentiende, se lava las manos y “mira para otro lado”.
“La Argentina está corriendo el riesgo de pasar a una situación de difícil retorno. Si la dirigencia política y social no toma medidas urgentes costará mucho tiempo y mucha sangre erradicar estas mafias que han ido ganando cada vez más espacio. Es cierto que el desafío es enorme y el poder de corrupción y extorsión de los grupos criminales es grande. Pero no es verdad que “nada se puede hacer”.
“Perseguir el delito es tarea exclusiva e irrenunciable del Estado. Recogemos también la preocupación por la desprotección de nuestras fronteras, y por la demora en dotar de adecuados sistemas de radar a las zonas más vulnerables. “
“Lamentamos que el organismo del Estado dedicado a coordinar las políticas públicas en esta materia (SEDRONAR) lleve tantos meses sin tener su responsable designado. “
“ Es perverso vivir del sufrimiento y de la destrucción del prójimo. Por eso anhelamos una justicia más eficiente que erradique sin demoras la impunidad.“
“No dejemos que nos roben la esperanza, ni que se la arrebaten a nuestros jóvenes. “
La Iglesia Católica se ha expedido en este tema en muchas oportunidades, mucho es también lo que actúa por múltiples formas. Sus palabras usualmente prudentes, no dejan de ser categóricas y fuertes al señalar lo grave de la situación. Tan grave como la complicidad de dirigentes. Tan grave como la inacción gubernamental al no cuidar nuestras fronteras, al no designar al funcionario responsable de la política nacional en la prevención. Tan grave como la casi fría acción ante el lavado de narco dinero y hasta su promoción a través de oscuros planes de presunto blanqueo de capitales radicados en el exterior.
¿Cuál fue la reacción del gobierno nacional?
Se conoció una sola palabra oficial, la del Sub Secretario de SEDRONAR, Julio Postiglioni, quien dijo en cuanto a los datos estadísticos del crecimiento de la droga en Argentina “…no son los peores del mundo ni de la región.”
En primer lugar está reconociendo la verdad de los datos, pero la situación no sería grave porque otros están peor.
Pero nada dice que son los peores datos en nuestra historia en materia de droga, algo que lamentablemente está a la vista de todos y del sufrimiento de muchos. Nada de que estamos a las puertas de una situación sin retorno. Caridad comienza por casa Sr. Postiglioni y no nos conforma con saber que otros países están peor. Nosotros queremos y nos merecemos estar bien.
Ante la gravedad creciente que denuncia este documento episcopal, la única palabra oficial se enmarca en lo muy lamentable de
MAL DE MUCHOS, CONSUELO DE TONTOS.
Lamentables estas declaraciones, una ofensa a nuestra inteligencia.
Nada dice de cuidar fronteras; nada de radarizar nuestros cielos de verdad; nada de detener tanto avión clandestino; nada de destruir las pistas clandestinas; nada de frenar y castigar el lavado de dinero sucio.
El tema de drogas es también una elemental cuestión de Derechos Humanos. Porque no sólo hay que castigar las violaciones del pasado; hay que garantizar los derechos del presente y del futuro.
Todo lo concerniente a la droga, su tráfico y los delitos conexos cuestiones federales, la responsabilidad primera y principal es del Estado Nacional, y su acción deja mucho que desear. Por lo menos expresa incapacidad, nadie quiere pensar que haya otra cosa.
SAN LUIS. Noviembre 11 de 2013