Días atrás el ex Presidente Eduardo Duhalde expresó en una entrevista televisiva, sus dudas acerca de las elecciones del año 2021; para terminar afirmando que se estaba gestando un nuevo golpe de estado. Después vinieron sus explicaciones y disculpas. Personas muy conocidas, expresaron algún grado de coincidencia para con esos dichos.
Por cierto, que fueron muchas más y muy importantes, las expresiones de rechazo y repudio. Es que ya tenemos sobrada experiencia de lo que nos dejaron los golpes triunfantes del pasado, como también de cómo varios gobiernos tuvieron que aguantar aprietes, exigencias y condicionamientos de parte de las Fuerzas Armadas, usualmente fogoneadas por civiles no muy amigos de dar la cara.
¿Por qué entonces el título de esta nota?
Vayamos primero a ver que es un “golpe de estado”, encontramos los siguientes rasgos comunes:
* Es la toma de modo repentino e ilegal del gobierno de un país.
* Requiere contar con elementos de fuerza, acudiendo usualmente a las fuerzas armadas.
* Sus consecuencias son la pérdida del marco constitucional y legal, pisoteo de las instituciones, violación de derechos, persecución a opositores, violencia extrema, gobierno para minorías, etc.
Podemos distinguir, rápidamente, tres tipos de golpes de estado:
Palaciego, en el que un grupo integrante del gobierno expulsa y reemplaza a quien ejerce el mando o lo convierte en un obediente títere.
Institucional, en el que el mismo gobierno avanza sobre los otros poderes para obtener mayor poder.
Militar, cuando las fuerzas armadas más grupos civiles, derrocan al gobierno existente y asumen la totalidad del poder en el país.
Para avanzar en la consideración de posibilidades de algún tipo de golpe, debemos echar una rápida mirada a la actualidad.
En este momento y desde hace mucho, nos encontramos con la escasa capacidad de diálogo y trabajo integrado, constructivo y cooperativo entre nuestras expresiones políticas gobernantes, lo que va acompañado de achacar los males al gobierno anterior, a la oposición o cualquier otra cosa que sea ajena a quien ejerce el gobierno. Un dato de inmadurez más propio de niños que culpan a los “otros chicos”, que del necesario ejercicio de la crítica y la autocrítica. Lo de culpar a otros, hoy va de la mano de la agresividad verbal insultante y descalificatoria, muchas veces sin los fundamentos o el coraje como para ir a la justicia. Tenemos también una grave situación económica fruto de varios gobiernos, con errores que llegan hasta lo irresponsable. Situación ésta, potenciada por los efectos de la cuarentena implantada para tratar de resolver, infructuosamente hasta el momento, los efectos de la pandemia COVID 19. Paralelamente nos está estallando la realidad de inequidad, injusticia social e ineficientes sistemas de salud y educación. A consecuencias de todo ello, la violencia delictiva y el narco tráfico se están enseñoreando en el tejido social, sostenidas en teorías jurídicas y sociales que la justifican con argumentos que llamaríamos ridículos sino fuesen tan dañinos. La defensa al delito, también se vuelve violenta.
Mientras esperamos que el gobierno marque el camino y los medios para superar esta decadencia nacional, él se muestra más interesados en solucionar sus propios problemas.
Da fe de ello la arremetida para modificar la justicia, en particular en lo atinente a los juicios a miembros del gobierno que encabezó la hoy vice presidenta Cristina Elizabeth Fernández. Lo dicho por la Sra. Milagro Sala: «Si no hay una reforma judicial, nunca vamos a poder recuperar la libertad»; nos exime de dar más argumentos.
No les importa el descomunal costo de esta presunta reforma judicial; porque al tiempo que incrementa la burocracia estatal, apunta a lograr los votos necesarios para la aprobación en Diputados.
Tras un arreglo de la deuda externa, que es desarreglo para la próxima década, la economía sigue con el único rumbo de emitir moneda a tontas y locas, crear nuevos impuestos y más planes demagógico – sociales, sin mayores exigencias laborales o de formación para que puedan insertarse, alguna vez, en el mundo del trabajo.
Al tiempo que el presidente usa y abusa de los decretos de necesidad y urgencia, se avanza en trabar la tarea legislativa. Meses demoraron en contar con un sistema apto para sesionar en cuarentena. La vice presidenta acalla a senadores de la oposición, cortándoles el micrófono en sesiones virtuales. El diputado Massa hace sesionar en forma virtual a los diputados tras haberse vencido el plazo acordado para sesionar de ese modo.
Sin olvidar, por cierto, el largo tiempo que la justicia federal han estado sin trabajar en este año.
Eso sí, el gobierno nacional, la justicia y gran parte de los legisladores nacionales, no son capaces del mínimo gesto solidario de cobrar un poco menos en esta situación de suma gravedad.
Se hace muy largo el precisar cómo el ejecutivo nacional está avanzando sobre el legislativo y el judicial, para poder gobernar sin los controles y límites propios de la vida republicana. Es evidente y no de ahora, que es un objetivo kirchnerista. No olvidamos aquel 27 de febrero de 2012, en el acto de recordación del bicentenario del izamiento de la primera bandera nacional, cuando la Sra. Cristina E. Fernández lanzó, a viva voz, su consigna “VAMOS POR TODO”. Expresión no republicana, ni democrática. Sí, totalitaria.
Hacer todo esto, es recorrer el camino hacia un golpe del tipo institucional.
El partido que ganó las elecciones para gobernar Argentina entre 2019 y 2023, quiere controlar, dominar los poderes judicial y legislativo, buscando primero, la impunidad en los muchos juicios que tienen y luego asegurarse el poder y fortalecer su totalitarismo, que será seguramente violento.
Mientras eso ocurre a nivel institucional, el frente interno del gobierno no está calmo. El Presidente Fernández no llegó al cargo buscándolo, pre candidateándose. Inexplicablemente y tras haber hecho múltiples declaraciones descalificatorias al kirchnerismo y a su conductora, ésta lo ungió como candidato. No tiene fuerza política propia, ni posibilidad para lograrlo. Sus declaraciones, sus contradicciones, sus olvidos nos hacen dudar de su capacidad. El que exprese desconocer hechos de alto impacto en la sociedad toda, nos hace pensar que su desinformación es fruto aquello que aún se conoce como “el diario de Yrigoyen”. También puede ser por desinterés, insensibilidad o por mentiroso.
Alberto Fernández fue puesto como presidente por la vicepresidenta Cristina E. Fernández, ella es quien manda la fuerza política gobernante. No creemos que el Fernández presidente tenga mucho margen de maniobra para decidir por sí solo, salvo alguna cosita leve, de maquillaje; sin importar demasiado el costo humano, material o republicano que ello pueda implicar.
Esto de que el presidente esté atado a un compromiso de acatar órdenes de su jefe partidario, nos pone frente a un golpe palaciego. Más aún, este golpe fue engendrado al proclamarse la candidatura de la fórmula Fernández – Fernández y nació el 10 de diciembre pasado cuando ellos asumieron.
Alberto Fernández en el gobierno, Cristina Fernández en el poder.
Finalmente, se nos hace muy difícil creer en un golpe de estado que quiera reemplazar al gobierno actual, cualquiera sea la opinión que se tenga del mismo. Mucho más, que sea un golpe militar. Nuestras FFAA como instituciones, han quedado desacreditadas ante sí mismas y ante el pueblo por sus responsabilidades en los crueles fracasos de las últimas dictaduras. Estas nuevas generaciones de oficiales se nos presentan como alejadas de viejos vicios y dedicadas a su misión específica, pese a crecientes dificultades, buscando recomponer el prestigio que merecen.
Resumiendo, afirmamos que estamos en medio de un golpe palaciego. Que está en marcha un golpe institucional. Decimos así porque cualquier acción, individual o colectiva, que afecte la plena vigencia de las instituciones republicanas y la vida en democracia, es un golpe. Afirmamos que eso está ocurriendo aquí y ahora.
Es de esperar que la ciudadanía tome conciencia de la destrucción que se cierne sobre nuestra vida republicana si estos golpes palaciego e institucional, siguen adelante y se convierten en un totalitarismo corrupto, incompetente y violento.
No es momento para desmedidas ambiciones personales, partidarias o sectoriales. Es momento del Encuentro Argentino y Republicano. De todos los argentinos republicanos y democráticos. Dialoguistas, capaces, honestos, fraternos, solidarios, que amen a la Patria, a las instituciones y al prójimo.
Debemos hacerlo en homenaje al sacrificio y ejemplo de los Padres de la Patria. Nos lo debemos a nosotros mismos. A las futuras generaciones.
No sigamos así, porque siempre se nos cruza el temor a que situaciones como la que vivimos sean la chispa que encienda las llamas de una violencia destructora.
San Luis. Setiembre 6 de 2020