Mucho se habla del social cristianismo como una expresión nueva y distinta de la politica. Mucho se habla y poco se conoce en verdad. En un par de notas procuraré explicitarlo y definir sus fundamentos. Espero y necesito los comentarios, críticas y propuestas para ahondar y mejorar esta propuesta.NOTA I:
Por qué el Social Cristianismo
Los que hablamos del social cristianismo y lo proponemos a la sociedad coincidimos en la búsqueda y logro de algunas cuestiones fundamentales:
1* Identidad: somos católicos, parte de la herencia religiosa-cultural judeo-cristiana; creyentes en un Dios creador de todo lo existente y que nos proveyó de alma, inteligencia y libertad para participar junto a Él en la Creación.
2* Humanismo Integral: El Hombre por haber sido creado por Dios a su imagen y semejanza es la única criatura poseedora de dignidad; le decimos así, Persona Humana. Esto lo convierte en la medida de todas las cosas, en esa Persona se ordenan todas las acciones. El Hombre no sólo transforma y crea, sino que se perfecciona, se realiza en su dignidad y trasciende hacia su Creador. Nada que dañe a la Persona, es justo y valedero. Todo lo que se haga debe tener presente esa unidad cuerpo, alma, libertad. Nuestro humanismo es pues, integral y trascendente. Cuando hablamos del Hombre, hablamos de todo el Hombre y de todos los hombres.
3* Razón de ser: Estamos lejos, muy lejos, de sentirnos satisfechos o realizados con la actual situación por la que atraviesa la humanidad y en particular nuestra Patria.
Estamos convencidos, pruebas a la vista, del fracaso de las propuestas individualistas, colectivistas o estatistas; tanto como de los materialismos aún cuando se presenten como progresistas. Fracaso de todos ellos, aunque el mundo esté en su inmensa mayoría gobernado por alguna de estas expresiones. No en vano el hambre, la miseria, la enfermedad, la guerra, las múltiples formas de explotación a naciones y personas, etc.
4* La vocación: Sabemos que no podemos ni debemos agotarnos en la crítica, la denuncia, en la resignación ante la generalización de la injusticia, mucho menos en la placidez de una vida cómoda, retirados e indiferentes ante la realidad. Nos urge, casi podríamos decir que nos queman, las ganas de servir, de actuar, de transformar; el convencimiento de que no son los actuales, los caminos que como co-creadores debemos transitar. De nada sirven las buenas ideas, sin la vocación por concretarlas.
5* La actitud: Razón de ser y vocación se suman, integran y potencian para darnos la actitud ante la vida. Actitud de inconformismo inicial que necesariamente debe convertirse en el coraje, la audacia para enfrentar, proponer, resolver. Para asumir aquel mandato de “la civilización del amor”. La que teniendo al Hombre como centro de su actividad, ordena todos los bienes a su servicio y realización. Actitud para no caer en la inocencia de creer que esa civilización llegará por el sólo hecho de enunciarla. Actitud para ser y actuar.
6* La utopía: Nos asiste la conciencia de las dificultades y de la lejanía aparente de esa civilización del amor, de lo utópico con que se nos presenta. Pero para eso están las utopías, para soñarlas, para ir a ellas, construirlas. Para marcar el camino, para desafiarnos. No para amilanarnos.
7* La esperanza: Hacia la utopía se avanza con esperanza y optimismo, sustentadas ambas en la certeza de la verdad revelada. Cada paso es un peldaño que nos acerca con alegría al objetivo final, que quizás no todos veamos, pero que sí todos debemos buscar y construir.
8* La inspiración: El camino hacia esa “civilización del amor” está iluminado por la Doctrina Social de la Iglesia. Ella es la que inspira, guía e ilumina en materia social con principios, criterios y orientaciones para el creyente en su compromiso con la tarea de transformar el mundo según el proyecto de Dios.
9* La coherencia: Quizás el objetivo más necesario y alejado de esta realidad. Al punto que Vaticano II expresó: “El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época.”. Una categórica prueba de esta falta de coherencia es la triste realidad de que nuestros gobernantes con escasas excepciones han sido y son católicos, y los que más hicieron ostentación de esta fe fueron los integrantes de las dictaduras sufridas por nuestra Patria. Falta de coherencia incluso en aquellos que debiendo transmitir esa Doctrina, exigirnos su cumplimiento y respeto, no lo hacen o lo hacen mal.
10* Visión integral. Esta sumatoria de elementos más los que surjan de su análisis y desarrollo, deben darnos una visión abarcadora de todo lo humano. Y llevarnos a procurar soluciones integrales e integradoras. De todo esto y más necesitamos.
Ser Social Cristiano
Convengamos que el liberalismo (siempre considerándolo en todas sus manifestaciones) que ha regido mayoritariamente en nuestra patria ha invadido hasta algunos fundamentos de nuestras creencias, se es cristiano en el templo. ¿Afuera? Con algunas cosas, no todas. No se es cristiano participando de la corruptela integral o callando o resignándose ante ella. Lo mismo que ante la injusticia social, ante la violencia, ante el dolor de los más humildes.
No es fácil ser social cristiano e integrar en nuestras vidas esos elementos ( seguramente escasamente precisados), que se señalaron al inicio. Tanto la oferta por el sólo tener como el disfrute cuando se lo va obteniendo son notoriamente mayores al apego y la búsqueda por la coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos.
El liberalismo nos viene ganando.
Debemos tomar cabal conciencia de cómo estamos y cómo hemos llegado aquí. Practicar la crítica tanto como la autocrítica, conocer esa Doctrina Social, dejar que nos inunde de fuertes convicciones y dejarnos llevar hacia la concreción de nuestros sueños.
Ser social cristiano es en suma, una convicción política, debe ser un nuevo y distinto modelo socio-político-económico. Un modelo que triunfe por la fuerza de sus virtudes, no por la fuerza bruta en cualquiera de sus formas.
S se nos ha dicho reiteradamente que la política es la máxima expresión de la caridad cristiana. Y sin embargo acá estamos, viendo cómo la ideología de la no ideología, o las que vienen fracasando en alcanzar mayores niveles de dignidad para las personas, marcan el ritmo de nuestra vida nacional.
Ser social cristiano es ser cristiano coherente entre lo que cree y lo que hace en el mundo de la política.
El social cristianismo es una propuesta política distinta a lo conocido: con respeto a la democracia republicana y a sus instituciones; con respeto a todas las opiniones libre y responsablemente expresadas; con diálogo y debates; con niveles crecientes de justicia integralmente concebida; con más humanismo y menos materialismo; con los derechos y deberes asumidos, cumplidos y respetados; con solidaridad, fraternidad. Construyendo la verdadera paz, la de los hombres en pleno goce y ejercicio de su dignidad.
La política no es el problema. Los problemas vienen de la pérdida de valores, del desprecio a la vida, del abandono del humanismo trascendente. La política social cristiana será la solución.
La política es un deber, una responsabilidad ineludible para el católico, siempre con la guía de la Doctrina Social.
Ante el consumismo, la pasión por los bienes materiales, el imperio de banalidad y el hedonismo, el individualismo egoísta, la postergación y sufrimiento de tantos hermanos; el ser socialcristiano se nos presenta tan difícil como maravilloso y apasionante. Duele que ante tanta inequidad sean tantas las voces que preguntan dónde están y qué hace el cristianismo, dónde los discípulos del Hijo de Dios. Y que la respuesta sea: están gobernando y legislando.
Ser Social cristiano no es tan solo acumular ideas y principios teóricos, sino necesariamente traducirlos en nuevas y superadoras realizaciones concretas. Tarea en la cual lo más complicado será la convivencia con las múltiples expresiones políticas tan sustancialmente distintas al social cristianismo. Pero no por difícil la tarea, hay que renegar de ella o rendirse. Esa lucha inicial será indudablemente dura y hasta desigual en lo numérico, nunca en el sustento de la idea.
Seamos pues, lo que debemos ser.
Para serlo no dejemos nunca de saciar nuestra vocación de política con los valores de nuestras fuentes doctrinales. Y de dejarnos guiar por ellas, aplicándolas en cada paso de ese compromiso político que el ser social cristiano exige.
SAN LUIS. Marzo 31 de 2014
Esta nota fue escria especialmente para FOSCA – Foro Social Cristiano Argentino y publicada en www.fosc.com.ar