Una crítica a la política, desde la política.
Expresadas en la nota anterior mis objeciones a la convocatoria de elecciones municipales para el 29 de julio, cabe hacer consideraciones acerca de esta multiplicidad de elecciones en un mismo año. Que surgen de nuestra tradición federal en lo provincial y autónoma en lo municipal. Pero todo tiene su límite. Y el límite surge cuando se llega a casi una anarquía, fruto de que aquellos que ejercen el poder de convocatoria lo hacen desde la necesidad de acomodar las cargas como mejor le convenga a sus aspiraciones electorales; momento en que dejan de ser gobernantes sanos y prudentes administradores del Estado.
Cada elección tiene gastos que en el 2007 en la provincia hay que multiplicar por dos. Y en la ciudad de San Luis. por tres. Situación que por cierto es común a la mayoría de las provincias. ¿ Esto es federalismo? ¿ O es necesidad de garantizar la continuidad propia?
El caso es que en este año aquí tendremos no menos de seis meses de campaña electoral, con el lógico cansancio del pueblo que terminará una vez más, despotricando contra la política y los políticos. Tanta campaña electoral solo la pueden afrontar los partidos poderosos; con fondos usualmente provenientes de los cargos que se poseen y del manejo discrecional de los presupuestos y aparatos estatales. Y esto es así, guste o no guste. Y lo rechazo con tanta fuerza como el que más. No quiero esa política, ni ser político para actuar así.
Les es muy difícil a los “partidos chicos” participar en estas condiciones, sólo la fuerza en las convicciones lo permite. Pero la lucha es despareja. Podría decirse que estamos ante una forma de discriminación política.
Hay que buscar una solución, que respete el federalismo, que sea económica en tiempo y dineros, que facilite la participación y no la limite o condicione. Que piense más en el pueblo que en la dirigencia.
Nos dicen que una solución así es la del voto electrónico, del que pareemos estar lejos. Brasil ya lo tiene y disfruta sus ventajas. ¿Qué estaremos esperando?
Mientras eso llega, veamos cómo hacen en otros países. Se vota todo junto en un mismo día, pero en urnas diferentes. En nuestro caso, una urna para lo nacional, otra para lo provincial y una tercera para lo municipal. Con lo cual desaparecen las listas sábanas, las influencias de lo nacional en el resto, los candidatos obligados a “tirar” con su nombre toda la lista.
Urnas separadas, con votos separados en sobres distintos. Es cierto que se requiere mayor información, ampliar la cantidad de mesas, de autoridades de mesa y disminuir los votantes por mesa. Pero todo factible si hay decisión. Más económico en tiempo y dinero. Y por sobre todo más respeto por el pueblo, que no tiene por qué solucionar a su costa, los problemas de los dirigentes. Se favorecen las decisiones variadas o “cortes de boletas”. Desaparecen las sábanas horizontales; recordemos que en el 2003 tuvimos boletas de sufragio con 8 cuerpos.
Las responsabilidades en la tarea política deben estar orientadas a dar soluciones al pueblo, a aumentar la democracia, la participación, la renovación. No a convertir la democracia en un feudo. Y esto es malo en sí mismo, venga de donde venga.
Asumamos todos – políticos y pueblo – el compromiso de cuidar nuestra democracia, de mejorarla, de no envilecerla. Es necesario hacer desaparecer las viejas y renovadas mañas.
Y la política es el arte de hacer posible lo necesario.