Al analizar nuestra realidad, no perdamos nunca la visión de conjunto. No caigamos en el juego eterno y maldito del “divide y reinarás”.
Nuestra geografía provincial no es muy grande, pero tiene características tales que muchos centros urbanos se nos presentan un tanto separados. Ora por la misma geografía y las distancias, ora por la actividad económica. El caso es que este dato es explotado callada y efectivamente para fomentar la división y hasta el enfrentamiento entre los sanluiseños.
Vemos o escuchamos con alarma al recorrer la provincia o cuando tomamos contacto con el pensamiento o los medios de comunicación regionales; expresiones que se nos presentan como propias de aquellos en quienes el amor al terruño se da en la forma de alguna expresión de autosuficiencia aislacionista.
En toda la extensión provincial se viven situaciones de injusticia, de inequidad, de irrespeto a los derechos, de violación a las instituciones. En toda la provincia hay también personas, grupos y asociaciones varias que pelean por el trabajo, la salud, la educación, la democracia, la justicia. Lo primero es fruto de una política destinada a dominar la provincia. A lo segundo le falta organicidad, unidad.
San Luis está viviendo una grave situación socio política, originada en un gobierno familiar que conoce y practica todas las formas de corrupción, todas las formas de clientelismo, todas las formas de manejar la información a su antojo y conveniencia, todas las formas de provocar enfrentamientos y divisiones en las instituciones sociales, políticas y económicas que no puede controlar o dominar.
Lo que nos impone que pongamos todos nuestros esfuerzos y mejores capacidades al servicio de una causa común: restaurar el imperio de las instituciones democráticas republicanas en la provincia y ponerlas al servicio de Bien Común y de la plena realización de la dignidad de nuestro pueblo. De todo nuestro pueblo.
Y es una tarea para cumplirla solidariamente, pensando siempre en los que están a nuestro lado tanto como en aquellos que están en el más lejano paraje provincial. Porque todos hemos sido y seguimos siendo violentados en nuestros derechos civiles democráticos; en nuestros sueños de educación y salud públicas gratuitas y de excelencia como punto de partida de una calidad de vida acorde a los tiempos que vivimos. Todos queremos que la acción de gobierno no sea una dádiva que luego se cobra en adhesiones ciegas destinadas a mantener una dinastía familiar.
No tengamos la vista sólo en lo más inmediato o cercano, sólo en ”nuestro pago chico”. Tomemos conciencia de lo grave de la situación, tanto como de lo que podemos hacer unidos en solidaridad.
Lo que le pasa a cada rincón de la provincia le pasa a todo San Luis. Lo que le pasa a cada habitante por separado, nos pasa a todos los sanluiseños.
Tras la lluvia en nuestras sierras comienzan a aparecer hilos de agua que bajan hacia el valle, de a poco se van uniendo hasta formar cauces torrentosos.
Es hora ya de que abandonemos nuestros pequeños cauces sectoriales o personales y comencemos a unirnos en fuertes torrentes de amor al prójimo, de solidaridad, de pasión por cambiar para bien la provincia, el país.
Mientras más conciencia tengamos de nuestra realidad, de nuestras necesidades y de nuestras capacidades; mayor será nuestra unidad, nuestra solidaridad.
Estamos pues ante una verdadera prueba de fuego para nuestra conciencia democrática.
San Luis * Mayo de 2000