Se cumplen 29 años de nuestra democracia recuperada tras el imperio de una dolorosa dictadura. Es éste el más largo período de vida en democracia que conocemos los argentinos con vida en este momento.
La democracia puede compararse con un diamante.
Éste es una piedra en bruto que sólo los muy capaces, con amor, tiempo y gran cuidado logran convertir en joya. Es a su vez el material natural más duro de nuestro planeta, pero al que un golpe en falso de quien lo talla, hace que estalle en pedazos de poco valor.
Así se comporta nuestra democracia. Con democracia se puede enfrentar exitosamente cualquier contingencia de la vida. Es el mejor sistema de gobierno que se ha dado la sociedad humana, si bien puede y debe, perfeccionarse. Perfeccionamiento que habrá de hacerse desde conocerla a pleno y poniendo en juego sus propias características que permiten esos cambios. La perfeccionarán los que la conozcan y amen, no quienes la pisotean. En manos de incapaces es sólo un envoltorio de propuestas corruptas, totalitarias e inútiles. Pedazos… como los restos de un diamante que estalló por mal tallado.
Es muy fuerte y capaz de resolver los problemas que les son propios a las distintas sociedades nacionales. Pero su mal uso, la destruye con el peor daño que pueda recibir: el descreer de su capacidad transformadora de la sociedad, llevando los ánimos al desaliento, la desesperación y hasta en la siempre maligna búsqueda de caminos ya dolorosamente transitados.
Se la destruye cuando en lugar de conocedores que la usen para dignificar al pueblo y construir el Bien Común, cae en manos de poseedores de ambiciones personales o sectoriales, que en lugar de dialogar, de persuadir, de cooperar, de actuar con fraternidad y solidaridad, quieren adueñarse de todas las instituciones para alcanzar sus objetivos y además, asegurarse impunidad.
Democracia no es adueñarse de las instituciones. Hay quienes proclaman a viva voz el ir por todos; otros lo han logrado más calladamente. El daño es el mismo, estas acciones son como un golpe en falso en un diamante que se talla.
Democracia es división de poderes y no subordinación a uno de ellos, no búsqueda desesperada por dominarlos o por limitarlos. Democracia es ejercicio responsable de las libertades, no el limitarlas desde la supuesta autoridad de pretendidos y sobrevaluados proyectos. La democracia exige honestidad, no se conjuga con ninguna forma de corrupción.
En estos 29 años hemos vivido demasiados proyectos que poco honor le hacen a la verdadera democracia, como el actual gobierno nacional y gran parte de los gobiernos provinciales. No basta el relato, el ”verso” que se usa para vendernos democracia. La democracia está o no está y eso se sabe viviendo comprometidamente el día a día de la vida nacional y viendo los resultados en el vivir de nuestro pueblo.
Ciertamente que la democracia es la única forma de educar, de sanar, de trabajar, de producir, de crecer, de dignificarse. Nada de ello es posible en un totalitarismo. Tampoco es eso posible, cuando una democracia se convierte en totalitarismo, cuando no se la conoce, cuando no se la perfecciona.
Tomando una imagen de Galeano, puede decirse que la democracia es como la utopía. Cuando más nos acercamos, más se nos aleja, más nos exige caminar para llegar a ella. Es una permanente búsqueda, nunca nos satisfará plenamente. Pero no hay que abandonar ese camino tras desafinados cantos de sirenas que llevan al choque, al estallido, al descrédito.
Estos 29 años de vida democrática no nos han servido para alcanzar los niveles deseables en cuanto a la integración de todos los argentinos a una calidad de vida como la que nos merecemos. Para corregirla se necesita más participación, más compromiso, más conocimiento, menos ambiciones ciegas, menos clientelismo, menos autoritarismo, más apertura, menos querer ir por todo.
Estos 29 años nos han dado muchas lecciones, hay que sacar de ellas lo mejor, saber corregir con energía, sin atropellos y con la seguridad que solo el amor al prójimo proporciona el clima en que se puede alcanzar el mejor tallado de este diamante que es la democracia.
Cuando ese momento llegue, no será necesario organizar costosas fiestas populares que tapen el sol con un colador. La misma felicidad del pueblo constituirá el festejo.
SAN LUIS. Diciembre 10 de 2012