Estamos inmersos una situación que se pasa de crisis, porque éstas suelen
presentarse como fuertes sacudones en las estructuras socio-económicas, con inestabilidad
y sufrimientos, pero con intencionalidad de superación.
Los sacudones estructurales están, pero no se advierte vocación de
superación. La hay en lo declamativo, en el marco de diferencias entre fuerzas
políticas, adobadas con acusaciones y duros epítetos. Esta situación nuestra de
hoy, se parece más al caos o a una larga y persistente decadencia.
La llamamos” grieta”, y se advierte como de difícil superación. Es de
temer que, de seguir con esta habilidad nuestra para enemistarnos y de ser
inoperantes ante la pobreza que sufren millones de hermanos, surjan nuevas formas
de violencia. Lo prolongado de esta situación, más la repetición periódica de
estallidos económicos, han instalado acostumbramiento, indiferencia,
discriminación, resignación.
Décadas así, nos impiden un crecimiento sostenido en lo económico y, más
grave aún, en nuestra dignidad de personas y de nación. Nada hemos aprendido. El primer paso en el
camino de las soluciones es definir y asumir el cómo y el qué de esta realidad.
Albert Einstein supo decir: “No pretendamos que las cosas cambien, si
siempre hacemos lo mismo”.
Además, sin memoria.
¿Qué es lo mismo de
siempre?
Para nuestra política el futuro son las próximas elecciones. Antes de que asuman los nuevos electos, ya se está viendo cómo ganar las próximas. Quedan sistemáticamente lejos, el futuro, las próximas generaciones. Centrada en el corto plazo, no permite las políticas de estado a mediano y largo plazo. Demasiadas veces ese accionar está viciado de inutilidad, discrecionalidad y corrupción. Se hace lo que se hace rápido y se vea fácilmente, casi nada en los cambios que requieren áreas tan claves como educación y salud pública, empleo, ciencia y técnica. Cabe agregar la habilidad que hemos sabido desarrollar para enfrentarnos en cualquier campo de nuestras vidas, especialmente entre gobiernos y expresiones políticas. La violencia oral y física, reemplazan al debate constructivo.
Así, alimentamos día a día la grieta, pareciendo cada vez más difícil el
encontrar las juntas o los puentes que nos permitan achicar distancias y
profundidades.
La política es vocación de servicio, no un modus vivendi, proveedor de
riqueza, poder e impunidad. Siendo que la Persona Humana es principio, sujeto y
fin de todas las cosas, la política debe ser ejercida virtuosamente, poniendo
como medida de todas las acciones la dignidad de las personas y el logro del
Bien Común.
Venimos viendo que, pese a ello, nuestra vida política tiene un conjunto
de altisonantes frases hechas, que, ante la persistencia de nuestros problemas,
no son más que jarabe de pico.
No se está encarando la problemática de fondo.
¿Cuál es esa problemática
de fondo?
La pérdida paulatina y persistente de los valores morales como guía de
nuestras acciones, tanto individuales como sociales. Reclamamos cuándo otros,
licúan o violentan valores; pero callamos o apelamos a múltiples excusas, cuando
nosotros los dejamos de lado.
Valores como amor, honestidad, justicia, responsabilidad, libertad, verdad,
paz, solidaridad, generosidad tolerancia, respeto, equidad, responsabilidad,
entre tantos otros, son claros, potentes, sólidos. Con ellos se han logrado los mejores
resultados de nuestra civilización. Quienes los han demostrado en su vida, son
nuestros ejemplos y guías.
Debemos buscar la mayor sumatoria integrada de valores. No deberíamos
transitar nuestras vidas, mucho menos las actividades orientadas hacia el
prójimo, sin un marco de ideas que sostengan y desarrollen valores morales.
Recordemos al primero de los pecados sociales que supo enunciar el
Mahatma Gandhi: Política sin principios.
¿Es esto utópico? Bastante, sin lugar a dudas. Pero al decir de Galeano,
para eso son las utopías, para ir siempre hacia ellas, queriendo alcanzarlas.
La disolución de los valores, lleva a minimizar la corrupción, a creerla
inevitable e invencible, a practicarla.
También a no entender la importancia de la vida en democracia y el valor
de las instituciones republicanas.
Esta dilución de los valores y la prevalencia de los disvalores, surge del
triunfo del individualismo egoísta de algunas filosofías y hasta de creencias
religiosas, hace que la política, tarde o temprano, termine en autoritarismo,
inequidad, agravio a personas y pueblos, además de la corrupción ya señalada.
He aquí, la cuestión de fondo que hoy padecemos. Es común a muchas otras naciones, pero aquí y
ahora, interesa nuestra Patria.
Una nueva política
No se trata sólo de denigrar la política. Nada puede hacerse sin ella. Cada
actividad humana tiene una política que la orienta y la rige. Por eso debemos
eludir las políticas “pragmáticas y materialistas” que reniegan de lo humanístico,
que gambetean los valores.
Se nos impone buscar una nueva política sostenida en una filosofía de vida basada en el reconocimiento, práctica, cuidado, potenciación y enseñanza de los valores. De no advertir y asumir esto, no podremos resolver nuestros problemas y crear así, el estado de plenitud humana en nuestros hermanos.
¿Es posible?
A primera vista parece una misión rayana en lo utópico, por lo que
resulta más practicable seguir apegado a las promesas rápidas y fáciles, tantas
veces incumplidas, haciendo como que no se ve la corruptela y la carencia de
una dirección humanista y humanizante en la vida.
Dejar de hacer lo mismo implica cambiar nuestra práctica de la política.
No parches, de raíz. Hubo intentos, sin ir a fondo, ninguno con coherencia
ideológica sosteniendo los valores que se necesita recuperar. Hemos tenido,
tanto en democracia como en dictaduras, propuestas ideológicas de toda laya, ora
ingenuas, ora fanáticas, hasta crueles. Seguimos igual.
No debemos seguir girando en esta misma y vieja calesita politiquera.
Necesitamos el cambio, que por cierto debe comenzar en cada uno de nosotros,
hermanados, convencidos, militantes de lo bueno y justo.
Dejar de sostener que la política es el arte de hacer lo posible; para
afirmar que debe hacer posible lo necesario.
¿Cómo hacerlo?
No se trata de agotarse en la pura teoría, sino reconocer lo que es
bueno para la sociedad humana y sostenerlo con coherencia y firmeza en las
convicciones y persistencia en las acciones de todos y cada uno. A la teoría unirle propuestas, acción. Pensar
y obrar desde la perspectiva humanista
En criollo, debería decirse que hay que tener cojones para concretar
esta justa aspiración.
Es momento de superar la grieta. No haciendo lo mismo, no con
enfrentamientos, agresiones, sectarismo.
De este vuelo bajo y mezquino que criticamos se sale por el alto vuelo
de una concepción ideológica humanista y humanizante, tomando a la persona en
su integridad material y espiritual. Saliendo de lo pragmático y sin caer en
los pretendidos paraísos materialistas.
Foro del Encuentro
Argentino
Este cambio es el que proponemos desde este Foro. Lo hacemos desde el
humanismo integral inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia.
Lo decimos así, con claridad, porque es lo nuestro. Pero lejos estamos
de querer cerrar puertas religiosas. Cambiar la política no es una cruzada
religiosa, sino un imperativo social. Respetamos toda concepción humanista que
asuma estos valores para convertirlos en inspiración, fundamento y guía de la
nueva política que necesitamos y estamos obligados a concretar todos, cada uno
desde su visión.
Siempre desde una cultura del encuentro, hacia una civilización del
amor.
No podemos ser sectarios ni timoratos en nuestras aspiraciones. Ni
olvidar que muchos hemos sabido aportar a la grieta. El cambio, una vez más,
empieza por cada uno.
La lucha, la pelea, si cabe, debe instalarse desde las ideas, no contra
el otro.
Los otros ¿son todos?
Por cierto, que hay muchos destructores de valores, cometiendo no pocos
delitos, incluyendo el torturar y matar para imponer sus ideas. No se le niega
el derecho a la redención, para lo cual deberán, sin excepciones, asumir culpas
y responsabilidades, para luego pagar lo que la justicia humana determine. Así,
podrán incorporarse a este camino, mientras que la sociedad deberá tener sus
ojos puestos en la nuca de dirigentes y gobernantes, apoyando, vigilando.
De la grieta, no se sale reptando, entre el egoísmo, la ambición
desmedida, las distintas formas de violar la vida. Se sale por arriba, por lo
superior. Por la idea de un humanismo integral e integrador en el que coincidamos
desde distintas vertientes del pensamiento.
Aspiramos que en este Foro nos vayamos encontrando y coincidiendo para
construir lo nuevo. Afirmándonos en los más caros valores de la humanidad, las
propuestas brotarán con mayor facilidad y será un menos difícil y menos largo,
el cambiar lo que necesita ser cambiado.
Abrimos nuestros corazones y tendemos nuestras manos.
SAN
LUIS. Abril 7 de 2020
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